Le damos la bienvenida a La República de los Sueños,
un portal web dedicado a adaptar el universo literario de Bruno Schulz.

Se sugiere usar auriculares.
Icono de auriculares

Recorrido / experiencia sónica de 6 minutos

Recorrido / experiencia sónica de 6 minutos

Le damos la bienvenida a las experiencias sónicas guiadas de La República de los Sueños.

Se recomienda escuchar estas experiencias más de una vez, ya que facilitarán el acceso a la República.

Empiece por ponerse a gusto, en un espacio donde nada ni nadie moleste.

Le recomendamos que use un antifaz para dormir o que apague las luces.

Cierre los ojos, si aún los tiene abiertos, y deje que mi voz sea su guía.

Recuéstese e imagine que está sobre una gruesa alfombra de musgo tibio.

Las raíces y las redes de hongos susurran bajo su espalda.

Detrás de sus párpados aparece una inmensa trama de estrellas, esculpida en la fría oscuridad del espacio.

Hay millones y millones de estrellas.

Inspire, y al exhalar, comience a acercarse poco a poco a las estrellas.

La gravedad no tiene ningún poder.

Mientras se concentra en mi voz, adéntrese más y más en el espacio.

Con cada exhalación, relaje los músculos de la cara.

Relaje el cuello y los hombros.

Relaje los brazos y las piernas

Relaje las manos y los pies

Ya está de vuelta en el bosque, sobre el musgo, y su cuerpo se convierte en cientos de mariposas diminutas de color morado.

Contemple las mariposas, mientras se alejan volando al espacio.

Ahora se encuentra dentro de La República de los Sueños.
“Cada día, el oscuro primer piso de la casa del Mercado quedaba atravesado por el calor brutal del verano: el silencio de las temblorosas corrientes de aire, los cuadrados de luz sobre el suelo inmersos en sus sueños febriles, la música ascendente del organillo nacida de l a veta más dorada del día, los dos o tres compases de un estribillo tocados por un piano distante una y otra vez, hasta fundirse al sol sobre las veredas blancas y perderse en el fuego del mediodía [...]. Los sábados por la tarde salía a caminar con mi madre. Pasábamos de la penumbra del zaguán a la claridad del día en un instante. Los transeúntes, bañados en oro fundido, andaban con los ojos entrecerrados para evitar el resplandor, como embadurnados de miel. Tenían el labio superior retraído y los dientes al descubierto. En aquel día refulgente, cada persona vestía esa mueca de calor, como si el sol hubiera obligado a sus adoradores a usar la misma máscara dorada. Ancianos y jóvenes, mujeres y niñas, todos se saludaban llevando esa máscara pintada sobre el rostro con una gruesa capa de oro: se sonreían al ver las demás caras paganas, con la sonrisa idólatra de Baco”.

Visita breve / Experiencia sónica de 16 minutos

Visita breve / Experiencia sónica de 16 minutos

Le damos la bienvenida a las experiencias sónicas guiadas de La República de los Sueños.

Se recomienda escuchar estas experiencias más de una vez, ya que facilitarán el acceso a la República.

Empiece por ponerse a gusto, en un espacio donde nada ni nadie moleste.

Le recomendamos que use un antifaz para dormir o que apague las luces.

Cierre los ojos, si aún los tiene abiertos, y deje que mi voz sea su guía.

Recuéstese e imagine que está sobre una gruesa alfombra de musgo tibio.

Las raíces y las redes de hongos susurran bajo su espalda.

Detrás de sus párpados aparece una inmensa trama de estrellas, esculpida en la fría oscuridad del espacio.

Hay millones y millones de estrellas.

Inspire, y al exhalar, comience a acercarse poco a poco a las estrellas.

La gravedad no tiene ningún poder.

Mientras se concentra en mi voz, adéntrese más y más en el espacio.

Con cada exhalación, relaje los músculos de la cara.

Relaje el cuello y los hombros.

Relaje los brazos y las piernas

Relaje las manos y los pies

Ya está de vuelta en el bosque, sobre el musgo, y su cuerpo se convierte en cientos de mariposas diminutas de color morado.

Contemple las mariposas, mientras se alejan volando al espacio.

Ahora se encuentra dentro de La República de los Sueños.

“Jamás olvidaré aquel viaje luminoso en la noche más clara del invierno. El mapa multicolor de los cielos creció hasta formar una cúpula inmensa, sobre la que amontonaron tierras, océanos y mares fantásticos, atravesados por las líneas de corrientes estelares y remolinos, y los trazos brillantes de la geografía celeste. De pronto, el aire se volvió ligero y radiante como una gasa plateada. Olía a violetas. De la nieve blanca, lanosa como el vellón, brotaban anémonas temblorosas que ostentaban un destello de luz de luna en su delicada corola.

El bosque entero parecía alumbrado por miles de luces y por las estrellas que el cielo de diciembre dejaba caer profusamente. En el aire se palpitaba la primavera oculta, la pureza incomparable de la nieve y las violetas. Llegamos a un terreno montañoso. Las hileras de colinas, erizadas por las copas desnudas de los árboles, se elevaban como suspiros de alegría. En esas dichosas laderas, vi grupos de caminantes que, entre el musgo y los arbustos, recolectaban las estrellas caídas y húmedas por la nieve.

Cuando el sendero se volvió empinado, el caballo comenzó a resbalar y a tirar del carro traqueteante con mucho esfuerzo. Me sentía feliz. Respiraba el prodigio de la primavera en el aire, la frescura de la nieve y las estrellas. Contra la pechera del caballo, se levantaba cada vez más alta una muralla de nieve espumosa, y el animal lograba atravesar esa masa fría y pura. De pronto, se detuvo. Me bajé del simón. El caballo resoplaba con la cabeza baja. La sostuve contra mi pecho y vi que había lágrimas en sus grandes ojos. Entonces, descubrí una herida negra y redonda en su vientre.

—¿Por qué no me dijiste nada? —susurré, llorando.

—Querido mío, lo hice por ti —me respondió, antes de hacerse diminuto, como un caballito de madera”.

“Adela está completamente relajada, entregada al ritmo profundo del sueño. Ni siquiera tiene fuerzas para cubrirse los muslos desnudos con la manta y no puede impedir que varias columnas de chinches le recorran el cuerpo. Esos insectos finos y livianos con forma de hoja la pisan con tanta delicadeza que no alcanza a percibirlos. Son sacos de sangre delgados, bolsas de sangre color cobrizo, sin ojos ni cara, y ahora marchan en clanes, en una migración de la especie dividida en generaciones y tribus. Trepan los pies de Adela por montones, en una procesión interminable, cada vez más grandes, ya del tamaño de una mariposa nocturna, como delgados vampiros rojos sin cabeza, tan ligeros que parecen de papel y con patas más finas que una tela de araña. Y cuando terminan de pasar las últimas chinches rezagadas, seguidas de una gigantesca en la retaguardia, llega al fin el silencio absoluto. Un sueño profundo inunda los pasillos y apartamentos vacíos, mientras las habitaciones comienzan a absorber poco a poco el gris de las horas previas al amanecer”.

Fotografía de Bruno Schulz sentado en los escalones en Drohobycz, 1933-1934 de Czeskie Centrum / České centrum Praha, autor desconocido

Declaración de ideas

por Mika Johnson

En la actualidad, consideramos la palabra como una mera sombra de la realidad, su reflejo. Pero lo contrario sería más preciso: la realidad no es más que una sombra de la palabra. - Bruno Schulz

Bruno Schulz fue un escritor y artista visual polaco de ascendencia judía. Su obra literaria es considerada la más onírica del siglo xx.

Bruno Schulz dejó su cuerpo físico cerca del mediodía, el 19 de noviembre de 1942, el mismo día en que tenía planes de abandonar Drohóbych, su ciudad natal, para escapar del terror nazi. Asesinado en las calles, a unas pocas cuadras de donde había crecido, Schulz fue sepultado esa noche en un cementerio judío local, que también habría de desaparecer perdido bajo los ladrillos y las vigas de un bloque de viviendas de posguerra. Pero, en otra dimensión, Schulz jamás murió. Aún vive, porque al entretejer sus recuerdos, sus sueños y su identidad en el lenguaje de su obra, trascendió la muerte. Y, como si fuera un Mashíaj (el título de su obra perdida), Schulz regresa en el siglo xxi con la intención de sacarnos del laberinto del materialismo y guiarnos hacia el sueño colectivo. Todo resulta posible gracias a un espacio virtual, que Schulz manifestó en vida y hoy se expande cada vez que una mente nueva entra en contacto con su obra. Es precisamente ese espacio, bautizado La República de los Sueños, que este proyecto se propone compartir con más y más personas. Si bien fue Bruno Schulz quien fundó La República, en realidad el espacio está compuesto por los restos de estrellas que murieron mucho tiempo atrás. Se remonta a la última expansión del Universo, a la transformación de los gases en materia, a la formación de planetas alrededor de las estrellas y a la aparición de vida en la Tierra hace 3700 millones de años. Mucho después vinieron los simios, capaces de usar símbolos que desarrollaron la conciencia reflexiva y, luego, los sueños. Los antepasados ​​de esa especie, conocidos como homo sapiens, crearon un sueño único, colectivo, durante cientos de miles de años. Acceder a ese sueño colectivo, sin embargo, no es cosa sencilla. Por eso, celebramos el 12 de julio de 1892, la auspiciosa fecha de nacimiento de Schulz, como el día en que día se abrió un portal al sueño colectivo, que Schulz moldearía y diseñaría durante su existencia. Al igual que San Pedro, portador de las llaves del cielo cristiano, Schulz se convirtió en una suerte de guardián cósmico, en el arquitecto ungido de una República que traza un puente hacia el sueño universal. Dado que solo es posible entrar a La República de los Sueños mediante la poesía, el trance y otros estados de ensueño, hemos decidido publicar en línea un Mapa, Instrucciones de uso y Experiencias sónicas que funcionarán como claves creativas para hacer más accesible la entrada a la República. No obstante, la intención lo es todo. La mente del día a día, con su pensamiento lineal, no podrá ingresar. Tampoco, la mente racional, plenamente consciente de todo. Hay que abandonar la razón. Hay que transformar el sentido en sinsentido. Debido a este requisito, la entrada no está exenta de riesgos. Nuestro sistema operativo, que damos en llamar cultura, nos brinda respuestas, ya sean científicas, religiosas o ideológicas. Abandonar ese sistema operativo es una invitación a transitar la angustia, e incluso al terror. Por eso, todas las obras de este sitio buscan abrir lentamente los puntos de acceso a la República de Schulz y, así, a un sueño único y colectivo. La recompensa por entrar en La República de los Sueños de Schulz es la pura posibilidad del asombro. Como cartógrafos perdidos en un paisaje exótico, las transformaciones corporales, los viajes cósmicos, la comunicación extraterrestre e incluso la telepatía se vuelven posibles, si no probables. La ilusión del tiempo y el espacio, los comienzos y los finales, la identidad y la otredad, e incluso las categorías de la vida y la muerte se disuelven, y nuevas preguntas pasan a ocupar su lugar. Pero, en todos los casos, lo que se aprende al visitar la República de Schulz es una verdad: que el mundo no está compuesto de átomos, quarks ni electrones, y tampoco está hecho de espíritu. El mundo está hecho de lenguaje y, más allá del lenguaje, de sueños.

Declaración de ideas

por Mika Johnson

En la actualidad, consideramos la palabra como una mera sombra de la realidad, su reflejo. Pero lo contrario sería más preciso: la realidad no es más que una sombra de la palabra.

- Bruno Schulz

Escaneo del registro de nacimiento para incluir a Bruno Schulz el 12 de julio de 1892

Haga clic en los enlaces para escuchar pasajes de los siguientes cuentos de Bruno Schulz

Se sugiere usar auriculares.
Headphones icon

Visitation

La visitación

“Hacía ya algún tiempo que nuestra ciudad se hundía en el gris perpetuo del crepúsculo, que sufría en sus fronteras una erupción de sombras, de moho peludo y musgo color ferroso. Apenas librar do del humo pardo y las nieblas matinales, el día daba paso a una tarde ambarina, antes de volverse transparente un instante, tomando el tono dorado de la cerveza, y luego descender bajo las cúpulas múltiples y fantásticas de vastas noches llenas de color. Vivíamos en la plaza del Mercado, en una de esas casas lúgubres de fachadas ciegas y vacías que resultan tan difíciles de distinguir entre sí. Eso daba motivo a infinitas confusiones. Porque, cuando alguien cruzaba el umbral equivocado y ponía un pie en el escalón incorrecto, corría el riesgo de terminar en un verdadero laberinto de apartamentos y pasillos desconocidos, de puertas inesperadas que daban a extraños patios vacíos, y así se olvidaba del propósito original de la expedición, para rememorarlo recién días después, tras un sinnúmero de aventuras extrañas y complejas, al recuperar el recuerdo de la casa familiar bajo la luz grisácea del amanecer”.

Las tiendas de color canela

Las tiendas de color canela

“Jamás olvidaré aquel viaje luminoso en la noche más clara del invierno. El mapa multicolor de los cielos creció hasta formar una cúpula inmensa, sobre la que amontonaron tierras, océanos y mares fantásticos, atravesados por las líneas de corrientes estelares y remolinos, y los trazos brillantes de la geografía celeste. De pronto, el aire se volvió ligero y radiante como una gasa plateada. Olía a violetas. De la nieve blanca, lanosa como el vellón, brotaban anémonas temblorosas que ostentaban un destello de luz de luna en su delicada corola. El bosque entero parecía alumbrado por miles de luces y por las estrellas que el cielo de diciembre dejaba caer profusamente. En el aire se palpitaba la primavera oculta, la pureza incomparable de la nieve y las violetas. Llegamos a un terreno montañoso. Las hileras de colinas, erizadas por las copas desnudas de los árboles, se elevaban como suspiros de alegría. En esas dichosas laderas, vi grupos de caminantes que, entre el musgo y los arbustos, recolectaban las estrellas caídas y húmedas por la nieve. Cuando el sendero se volvió empinado, el caballo comenzó a resbalar y a tirar del carro traqueteante con mucho esfuerzo. Me sentía feliz. Respiraba el prodigio de la primavera en el aire, la frescura de la nieve y las estrellas. Contra la pechera del caballo, se levantaba cada vez más alta una muralla de nieve espumosa, y el animal lograba atravesar esa masa fría y pura. De pronto, se detuvo. Me bajé del simón. El caballo resoplaba con la cabeza baja. La sostuve contra mi pecho y vi que había lágrimas en sus grandes ojos. Entonces, descubrí una herida negra y redonda en su vientre. —¿Por qué no me dijiste nada? —susurré, llorando. —Querido mío, lo hice por ti —me respondió, antes de hacerse diminuto, como un caballito de madera”.

Agosto

Agosto

“Cada día, el oscuro primer piso de la casa del Mercado quedaba atravesado por el calor brutal del verano: el silencio de las temblorosas corrientes de aire, los cuadrados de luz sobre el suelo inmersos en sus sueños febriles, la música ascendente del organillo nacida de l a veta más dorada del día, los dos o tres compases de un estribillo tocados por un piano distante una y otra vez, hasta fundirse al sol sobre las veredas blancas y perderse en el fuego del mediodía […]. Los sábados por la tarde salía a caminar con mi madre. Pasábamos de la penumbra del zaguán a la claridad del día en un instante. Los transeúntes, bañados en oro fundido, andaban con los ojos entrecerrados para evitar el resplandor, como embadurnados de miel. Tenían el labio superior retraído y los dientes al descubierto. En aquel día refulgente, cada persona vestía esa mueca de calor, como si el sol hubiera obligado a sus adoradores a usar la misma máscara dorada. Ancianos y jóvenes, mujeres y niñas, todos se saludaban llevando esa máscara pintada sobre el rostro con una gruesa capa de oro: se sonreían al ver las demás caras paganas, con la sonrisa idólatra de Baco”.

El jubilado

El jubilado

“En una plazoleta, hombres cortan madera para la escuela municipal. Se amontonan allí enormes cantidades de leña sana y dura, que luego se desarma tronco tras tronco bajo las sierras y hachas. ¡Ah, la madera, esa materia confiable, honesta, real, promisoria y absolutamente digna, encarnación de la decencia y prosa de la vida! Sin importar cuánto se ahonde en su núcleo, allí no se encontrará nada que no esté ya a la vista en su superficie de sonrisa pareja, esa superficie que brilla con el resplandor cálido de su pulpa fibrosa, tejida a semejanza del cuerpo humano. Con cada nuevo corte que se hace a un tronco, emerge un rostro nuevo, siempre sonriente y dorado. Es extraña la tez de la madera, ¡templada pero sin exaltación, completamente sana, fragante y hermosa!”.

Edzio

Edzio

“Adela está completamente relajada, entregada al ritmo profundo del sueño. Ni siquiera tiene fuerzas para cubrirse los muslos desnudos con la manta y no puede impedir que varias columnas de chinches le recorran el cuerpo. Esos insectos finos y livianos con forma de hoja la pisan con tanta delicadeza que no alcanza a percibirlos. Son sacos de sangre delgados, bolsas de sangre color cobrizo, sin ojos ni cara, y ahora marchan en clanes, en una migración de la especie dividida en generaciones y tribus. Trepan los pies de Adela por montones, en una procesión interminable, cada vez más grandes, ya del tamaño de una mariposa nocturna, como delgados vampiros rojos sin cabeza, tan ligeros que parecen de papel y con patas más finas que una tela de araña. Y cuando terminan de pasar las últimas chinches rezagadas, seguidas de una gigantesca en la retaguardia, llega al fin el silencio absoluto. Un sueño profundo inunda los pasillos y apartamentos vacíos, mientras las habitaciones comienzan a absorber poco a poco el gris de las horas previas al amanecer”.

La calle de los Cocodrilos

La calle de los Cocodrilos

“There are trams here. The ambition of the municipal councilors won with them the greatest of their victories. However, the appearance of the trams is deplorable, as they are made of papier-mâché and their irregular sides have been dented with the abuse of the years. Many times they lack the lead, so when they pass you can see the passengers, who are sitting rigidly with great decorum. The municipal porters are the ones who push the cars. The strangest thing of all, however, is the Crocodile Street rail system. From time to time, and at varying times on weekends, groups of people can be seen waiting for the train at an intersection. You never know for sure if the train will come or where it will stop if it does arrive. So it often happens that people line up at two different places, not agreeing on where the station is. They wait a long time in that dark and silent crowd next to the tracks, barely visible, and with their faces in profile: they look like a row of figures cut out of pale paper, and the anxious look is their only expression. Suddenly, the train appears. He is seen coming from the side street, creeping like a snake, tiny and with a small, smoking engine. As soon as you enter the black corridor, the street is darkened by the soot thrown by the wagons. The shaking breathing of the locomotive and the wave of a strange solemnity full of sadness, the repressed haste and the enthusiasm transform for a moment the street into a platform, while the winter night falls quickly. The black market for tickets and widespread bribery are the plague of our city. At the last minute, when the train is already at the station, urgent, nervous negotiations take place with the corrupt employees of the line. Before the negotiations are finished, the train starts, followed by a multitude of disappointed passengers who accompany it for a long distance at a slow pace until they finally disperse ”.

Todos los textos de Bruno Schulz fueron traducidos al inglés por Celina Wieniewska. Con autorización de Bloomsbury Publishing Traducción al español de Eleonora González Capria.

Fotografía de los mercados de la calle Styrska en Drohobycz, visto desde la plaza del mercado. En el edificio hay un letrero de la Cooperativa de Crédito Mercantil. La cámara está colocada en la calle. Algunas personas miran a la cámara desde la acera. 1918-1939, autor desconocido

Explora el mapa de la República

Fotografía de un bombero descendiendo de un edificio en una tirolina para la semana de propaganda de defensa contra incendios, organizada por la sucursal del distrito de la Asociación de Brigadas de Bomberos de la República de Polonia de Lviv, hay una multitud de espectadores detrás de él, 1935 por Adam Jankowski